El ejecutivo, próximo al término de su gestión, necesita que la población sienta que los problemas de la pandemia están casi resueltos. Si bien deja 60 millones de vacunas, hoy el principal problema es el proceso de vacunación, que recién llega al 10% de la población con 2 dosis aplicadas, de 3 necesarias (según Pfizer y otros); hay que considerar que los profesionales de la salud, ya con 2 dosis de vacunas, siguen falleciendo.
Para lograr el objetivo de que a fin de año todos estemos vacunados por lo menos con 2 dosis, se necesita vacunar un promedio de 300 mil peruanos diarios.
La falta de cercos epidemiológicos que permitan controlar el contagio y los costos de las pruebas de hisopado para detección de COVID 19, que ahora cuestan 60 dólares (200 al inicio de la pandemia), son otros de los grandes problemas, y van de la mano, porque sin hisopados no se pueden realizar los cercos epidemiológicos; con pruebas rápidas sus resultados son desastroso.
El Ministerio de Educación ha anunciado su intención de retornar a clases presenciales, considerando que, durante el primer semestre de este año, un aproximado de 100 mil estudiantes, en 2500 colegios y a cargo de 7000 profesores, han retornado ya a la educación presencial en algunas zonas rurales, sin detectar ningún caso de contagio de la COVID 19.
Pero los problemas de la pandemia aún no se han resuelto, y retornar a clases presenciales al 100% tanto en la zona urbana como en la rural, implicaría exponer a las familias a las nuevas variantes de la COVID 19, por lo que se hace necesaria la vigilancia epidemiológica en las escuelas.
También debemos considerar el riesgo sísmico al que nos enfrentamos (cada vez con mayores posibilidades de un sismo catastrófico; el de hace unas semanas fue de 6°), por lo que los colegios deben contar con la certificación de seguridad antisísmica emitida por INDECI y los colegios de Arquitectos e Ingenieros, para después reforzar sus estructuras y dotarlos de agua, desagüe, energía e Internet y asegurarles mantenimiento. Con esto se rescataría siquiera el 60% de la infraestructura escolar existente.
Frente a la urgencia de retornar a la escuela, reitero mi propuesta de una educación mixta, donde la modalidad presencial se desarrolle en 2 grupos intercalados de 3 días a la semana, en jornadas de 8 horas diarias; lo que daría un total de 24 horas presenciales, igual que antes de la pandemia.
El Grupo 1 asistiría: lunes, miércoles y viernes; y el Grupo 2: martes, jueves y sábado. Con esto se lograría reducir al 50% la cantidad de estudiantes por aula, asegurando el distanciamiento social. La modalidad virtual se daría 2 días a la semana, con jornadas de 5 horas que, sumadas a las 24 horas presenciales, dan 34 horas a la semana, lo que representa un incremento efectivo de calidad y cantidad de horas de clase del 40%.
La modalidad de educación a distancia requiere de aulas virtuales interactivas, con vídeos de calidad, animaciones, guías y evaluaciones automatizadas que permitan medir cómo va el aprendizaje a nivel nacional y local. Se debe considerar que los niños, donde se encuentren, a diferencia de los adultos, son nativos digitales.
Las condiciones climatológicas actuales nos llevan a volver a iniciar el año escolar en abril, porque en marzo, en la sierra y en la selva, termina la época de lluvias, y en la costa termina el verano. Esto beneficiará a los estudiantes, pues podrán acceder a sus escuelas sin lluvias (sierra y selva) y sin exceso de calor (costa).
Además de lo mencionado, debe asegurarse una alimentación nutritiva a los estudiantes y a las madres gestantes.
Esta propuesta también contribuirá a disminuir el tránsito de escolares en 50%, lo que favorecerá a un tránsito vehicular que ya es caótico sin escolares, y que hace vulnerables al virus de la COVID-19 a todos los que se transportan.
De esta manera el retorno a la escuela será seguro, de calidad y oportuno climatológicamente
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