La COVID19 ha generado una crisis sanitaria y económica que hay que enfrentar simultáneamente, con mayores recursos fiscales y la búsqueda de soluciones innovadoras y efectivas. En este contexto, el cobre ha surgido como una posibilidad para impedir la propagación de la pandemia y, al mismo tiempo, generar recursos que permitan la reactivación económica y el crecimiento del país.
Recordemos que este mineral ha sido catalogado por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos – EPA (marzo 2008) como el primer y único metal con propiedades antibacterianas, habiendo aprobado el registro de 270 aleaciones de cobre. Me pregunto si algunas serán peruanas, de lo contrario, corresponde al CONCYTEC, en alianza con universidades del Perú y el mundo, generar nuevas alternativas.
El cobre tiene, en la órbita exterior de sus átomos, un electrón libre, que puede reaccionar fácilmente, eliminando los microbios, lo que ayuda a los sistemas de salud a prevenir enfermedades que pueden contagiarse en áreas públicas que incluyen el transporte. Respecto a lo hospitalario, este metal ayuda a combatir infecciones en superficies de alto contacto, como pisos, barandas de camas (UCI) y pasamanos, lo que reduce el contagio de enfermedades.
El óxido de cobre es un poderoso agente antimicrobiano que se está utilizando en los más diversos tipos de vestimenta para frenar la propagación de ácaros, bacterias y hongos. En Chile se producen mascarillas hechas con telas que contienen filamentos de cobre, tan finos como hilos.
Además, una investigación desarrollada por la Corporación de Fomento de Chile ha logrado crear una pintura en base a cobre, con propiedades antibacteriales, producto de la nanotecnología.
Esto demuestra que, debido a sus propiedades antibacterianas, este metal debe ser objeto de una diversificación productiva, que implique no solo la búsqueda de impuestos temporales a la sobreganancia por los altos precios en el mercado, sino también ir más allá de la mera explotación de la materia prima, y buscar capitalizarla con el desarrollo de innovación tecnológica, buscando lograr alianzas entre el sector público y privado para avanzar en los terrenos de la innovación y el desarrollo.
En los próximos años, seguirá creciendo la demanda de cobre, porque la oferta es menor que la demanda; entre el 2020 y el 2021, su precio aumentó un aproximado de 40%. Incluso el 10 de mayo de este año alcanzó el máximo histórico de US$ 4.86 la libra, debido a la rápida recuperación de China y principales economías desarrolladas y la debilidad del dólar.
Según el BCRP, la mayor parte de las grandes minas del país, tienen costos operativos menores a US$ 1.3 por libra de cobre, llegando a alrededor de US $ 0.6 por libra. Estas cifras resultan más competitivas frente a los promedios mundiales de US$ 1.4 por libra. Y nos dan idea de las sobreganancias actuales de las empresas mineras. La mayoría de los países productores de cobre están renegociando incrementos tributarios con las mineras; ya es tiempo de que el Perú haga lo mismo.
La demanda global de cobre seguirá creciendo, en parte, por el proceso de descarbonización y el cambio de patrón energético: automóviles eléctricos y energías renovables; que significan un alto consumo de cobre. Este incremento de demanda permitirá diversificar nuestro mercado, y buscar alianzas estratégicas con diversos estados como la Unión Europea, Corea del Sur, Brasil, Canadá, entre otros, que aseguren la instalación de plantas refinadoras de última tecnología, que permitan incrementar, significativamente, la producción de cobre refinado; lo que facilitará la industrialización de este metal en el Perú.
Actualmente, el cobre representa el 30% de las exportaciones nacionales, de las cuales solo el 20% está en condición de refinado, a diferencia de Chile, que con una exportación de cobre equivalente al 25% del total de sus exportaciones, vende algo más del 50% en condición de refinado; nuestro desafío como país minero es industrializar el cobre empezando por aumentar la capacidad de refinamiento, para luego apuntar a su transformación en base a la nanotecnología. Esto, además, generará nuevos recursos y empleos.
Por: Eco. José Linares Gallo
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